El 22 de Abril, un día antes del día de Aragón, día del descenso de nabatas por a galliguera, aparecí sin querer en la playa de Murillo, donde se preparaban para el descenso en el día de San Jorge.
Curioso fue ver como acababan los últimos trabajos, entre los que constaba poner los remeros con que guias las embarcaciones.
El día era muy bueno, y el río bajaba con un caudal increíble.
Da gusto ver que estas tradiciones, con las que muchos antepasados se han jugado la vida para poder vivir y mantener a sus familias no se pierden de la noche a la mañana.
He de reconocer que cuando veía la construcción se me caía la baba. Aluciné con la gente que ayudaba a terminarlas.
Y he de reconocer que no sé nada de nabatas, así que pocas palabras técnicas encontrareis aquí.
Que no decaiga esta fiesta, y que durante muchos años podamos seguir enseñando a los pequeños como se vivía antes por aquí.
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